miércoles, 22 de abril de 2009

CANTANDO CUENTOS


La música y la narración oral, parecen haber estado ligados desde siempre, como desde siempre, parece ser, que los músicos han estado ligados a la tradición popular.
He leído por ahí, que antiguamente, la música era un poderoso elemento de comunicación, incluso, antes de relacionarnos mediante el lenguaje verbal, era la música lo que unía a las comunidades y a través de ella,  manifestaban sus valores culturales.  Poco a poco, el cuento y la poesía se fueron uniendo a la canción y a la música,  fortaleciendo grandemente sus vínculos y su poder de manifestación.
La tradición oral, encontró en la música popular, una manera especial de filtrarse en el inconciente de los pobladores. Esta claro que la escritura viene de la oralidad, pero la oralidad se alimenta de la música, porque la música le otorga ritmo y armonía a las palabras,  dotándolo de una belleza que es capaz de evocar la memoria y que se conecta con lo mas profundo de nuestra sensibilidad. Es por ello, que cantar, es una manifestación natural que muchas veces delata nuestro estado emocional; somos seres sensibles al sonido, nuestra vida diaria esta ligado a ello. 
En los pueblos nativos de todo el mundo se encuentra que los mayores, los sabios o shamanes, transmiten su sabiduría, experiencias y vivencias a través de la palabra y el canto; ya sea ante una hoguera en las noches o en un momento de descanso durante la cacería. En algún momento de sus conversaciones o relatos, abra un instante musical, o una canción especifica, relacionada a lo que en esos momentos se esta diciendo. De este modo, acercan a sus compañeros a la palabra, a la importancia de la palabra, a ser concientes del valor de la palabra y pone de manifiesto: el poder transgresor del hablante. 
Un ejemplo de ello, nos lo da el poeta Mapuche, Elicura Chihuailaf.
"A orillas del fogón escuché cantar a mi tía Jacinta y escuché los relatos y adivinanzas de mi gente. Es decir, una poesía que no existiría si no estuviera alimentada por la memoria de una familia que pertenece a una cultura que para mí fue y sigue siendo muy hermosa, con mucha ternura. Mi expresión escrita no alcanza a recoger la inmensidad de esa memoria que está pidiendo ser escrita..."
Cuento, poesía y música.  Son un trío especial, para el espíritu y la vida en general. Porque  sin cuentos no hay tradición, sin poesía no hay sueños y sin música… no hay vida.
Nuestras manifestaciones culturales nos demuestran la importancia de la palabra en comunión con el canto, así tenemos que en los templos e iglesias, siempre se canta, unas veces son rezos, letanías u oraciones. En el bosque y en las montañas, los sabios y shamanes cantan para entrar al mundo espiritual. Recorriendo los pueblos iban los juglares, cantando y relatando epopeyas o poemas míticos. 
En la actualidad todo eso persiste y los cantautores se siguen valiendo de la poesía y el cuento para sus creaciones.
Mi primer recuerdo concreto sobre este tema, me llego a través de la música de “Los Solteritos” un grupo musical tradicional muy popular en mi región, que mezclaba música y narración oral en casi todas sus composiciones, su líder y compositor fue Eliseo Reategui, fallecido hace algunos años, de sus composiciones recuerdo: “Las frutas de mi vecina”, “Dilema de un provinciano”, “Luto casharina” y las divertidas composiciones de “Cuerpo presente” y “El tunchi de mi compadre”, que son una muestra de la picardía y humor de los pobladores amazónicos.
Aquí el texto de “El tunchi de mi compadre” (“Tunchi” en vocabulario amazónico peruano significa: “fantasma”).
“Que pena me da saber, mi compadrito Resho murió,
Mi comadrita viuda quedo…
No llores comadrita que yo te consolare
Mañana mismo vendré, mañana mismo vendré
Hay condenado compadre, su tunchi,
ya creo no me va dejar dormir.

No puedo dormir comadrita mejor me regresare
El tunchi de mi compadre tres veces ya me toco.
Ja cree que a mi me va fregar (molestar), hoy va a ver lo que le hago,
Con una buena pretina su zurra le voy a dar
El tunchi de mi compadre ya no nos molestara…”
 Escúchalo aquí:

El tunchi de mi compadre
Urcloud.com

También estaba la música de Javier Isuiza con sus temas “Amor shegue” que cuenta una historia de desamor  en un castellano típicamente regional.

“Que le vamos hacer si nuestro amor fue shegue (débil),
Urpinsho (enojado) estuve entonces al confiar en tu querer,
La culpa  tengo yo por marmansho (tonto) y pelotón
Por creer en tus palabras y promesas de mujer

Ahora que te vas, no creas que estoy llorando,
Otra chola chuya chuya (limpiecita), enseguida yo encontré
Vete no mas que me importa, si algún día has de volver,
horcon siqui (trasero), patacala (sin zapatos), ignorando mi querer

Sipi, sipi (llorar sin parar) vas a llorar, cuando sepas que otra mujer
Linda chola masatera (persona que vende zumo de yuca) me hizo olvidar tu amor
Vete con ese quillansho (¿?) que por ti anda sin cushqui (dinero)
Su camisa pushco pushco (sudor agrio) y lliqui lliqui (roto roto) su pantalón…”
Escúchalo aquí:

amor shegue
Urcloud.com
Otros músicos que acompañaron mi niñez con sus historias cantadas, fueron: El dúo Loreto con la “Contamanina” y “La minga”, La flor del oriente y sus temas “La runa mula” y “La tangarana”, así como también las canciones “Plañidera”, “Vas a ser mi compañera” de Raúl Vásquez .  En todos ellos se podía percibir claramente las historias que les inspiraban.
Fuera de mi entorno amazónico, existen muchos músicos que lograron llamar mi atención con sus cuentos o pequeñas historias en sus composiciones musicales.
Pablo Milanes reconoce en una entrevista que las canciones le llegan a través de las historias que le cuentan sus amigos. Pablo y Silvio Rodríguez son de esos compositores que siempre te cuenta algo en una canción.
Rubén Blades hizo “Maestra vida” y “Pedro navaja”. Simón Díaz, quien es uno de los mas grandes intérpretes del género popular venezolano musicalizo “El loco Juan carabina” y que es la historia de un tipo que se enamoro de la luna, luego tiene  “El becerrito” y “El caimán”.  En Colombia el Vallenato es la manifestación mas autentica de historias que se cantan, con exponentes grandiosos como Alejandro Duran, Leandro Díaz a quien llamaban  El poeta ciego, Alfredo Gutiérrez quien volvería popular la canción de Leandro Díaz “Matildelina”. El peruano Felipe Pinglo escribió “El plebeyo” y “El espejo de mi vida”, dos historias que reflejaban la idiosincrasia de la época que le toco vivir. Mas contemporánea resulta la canción “Cruz de navajas” del grupo español “Mecano” quienes cantaban la historia de Mario Postigo con su disipada vida nocturna y quien murió apuñalado por su amante. Bob Dylan cantaba “Hurricane”, la historia de un boxeador encarcelado injustamente,  años después se hizo una película con el mismo nombre de la canción. “The animal” y su canción “House of the Rising Sun”, una triste historia familiar. El argentino Moris musicalizo un bello cuento titulado “El oso” aquí la letra de la canción.

“Yo vivía en el bosque muy contento,
caminaba, caminaba sin cesar,
las mañanas y las tardes eran mías,
a la noche me tiraba a descansar,
pero un día vino el hombre con sus jaulas,
me encerró y me llevó a la ciudad,
en el circo me enseñaron las piruetas
y yo así perdí mi amada libertad.

Confórmate , me decía un tigre viejo
nunca el techo y la comida han de faltar,
solo exigen que hagamos las piruetas,
que a los niños podamos alegrar.

Han pasado cuatro años de esta vida,
con el circo recorrí el mundo así,
pero nunca pude olvidarme de todo,
de mis bosques, de mis tardes, ni de mi.

En un pueblito alejado,
alguien no cerró el candado,
era noche sin luna, y yo dejé la ciudad”

Ahora piso yo el suelo de mi bosque,
otra vez el verde de la libertad,
estoy viejo, pero las tardes son mías,
vuelvo al bosque, estoy contento de verdad”
Escúchalo aquí:

Podría seguir nombrando otras canciones que me gustan y a los músicos que inspiran sus creaciones en cuentos o historias populares pero creo que no terminaría nunca. Finalmente puedo terminar afirmando que el cuento  y la música, tienen intereses comunes en el uso de  la palabra. Lo tenia muy claro el compositor colombiano Adolfo Pacheco, quien en su merengue “El pintor” escribía:
 "Todo buen compositor cuando hace una melodía
Dibuja en el pentagrama el do re mi fa sol la si,
Templa una nota sutil como hizo Lucho Bermúdez,
Rafael Campo y como tuve que hacer yo para surgir"

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