miércoles, 9 de noviembre de 2016

COLOMBIA ANCESTRAL

Las Necrópolis del Huila y sus legados misteriosos
Esparcidas entre terrenos montañosos, adornados por una verde y exuberante vegetación, se encuentran los territorios del Parque Arqueológico de San Agustín, el Alto de los Ídolos y el Alto de las Piedras, al sur del departamento del Huila en Colombia. 


Estos territorios con descubrimientos que datan de 2300 años AC; están llenos de magia y energía ancestral. Una clara demostración del poder y de las habilidades de poblaciones antiguas que se niegan a ser olvidadas, por lo que necesitan ser estudiadas con mayor ahínco y detalle. Cada piedra tallada es una manifestación de vida, cada forma, cada detalle, nos hablan de una cultura llena de misterios y que, aun en la actualidad, resulta difícil establecer su real proveniencia. 

Bosques de estatuas, fabulosas tumbas megalíticas, montículos artificiales, templos y centros ceremoniales, son la puerta de acceso a un mundo anterior, en donde la vida y la muerte parecían ser sus principales preocupaciones. 

Las estatuas son de gran tamaño y en su mayoría representan seres antropomorfos, guerreros, sacerdotes y mujeres, (en aparente estado de gestación). Otras figuras representan animales míticos y un cierto culto a la agricultura (algunas figuras tienen forma de grano de maíz). 



Otros, parecen ser los guardianes de las tumbas de algunos personajes importantes, así como divinidades que representan al cielo y a la tierra. 

Comenzamos nuestro recorrido a caballo a las 8 de la mañana, para visitar los sitios arqueológicos “el purutal”, “la pelota”, “la chaquira” y “el tablón”, en ese orden. 

A unos 30 minutos encontramos “el purutal, allí se encuentran 2 templos con estatuas que representan personajes que parecen ser femeninos con dientes felinos, en sus manos, ambas sostienen niños, una de ellas lleva un mazo amenazador. Las dos estatuas fueron vandalizadas y perdieron sus colores originales (amarillo, blanco, rojo y negro), lo que obligo a retocarlos, pero infelizmente los resultados no han sido satisfactorios y con el paso de los años, esos colores se han ido perdiendo. 



Luego de visitar este lugar nos fuimos en busca de “la chaquira”. Lo primero que se observa al llegar es el cañón en donde se forma el rio magdalena, luego, bajando por interminables escaleras, se llega se llega a divisar  tres figuras de gran tamaño. 



Esta la que parece una diosa de la lluvia, otra de unos monos jugando y la última, la más importante: “La chaquira”, cuyos brazos abiertos parecen saludarnos y al mismo tiempo querer abrazarnos. Pero, a pesar de su femenina denominación, la figura no es para nada femenina, sino más bien masculina; con barbas bien definidas y con un gorro de estilo “europeo” del mediterráneo antiguo. Una misteriosa figura que algunos estudiosos calculan en unos 3000 mil años. Alrededor hay otras figuras casi imperceptibles y que han ido desapareciendo debido a su poca o nula protección. 

“La chaquira” tiene una vista espectacular del cañón, rodeada de montañas por donde caen cinco cataratas que alimentan el cauce del rio magdalena.



Continuando nuestra visita, nos dirigimos “al tablón”; allí se encuentran cinco estatuas, dos que son representaciones claramente femeninas. Una de ellas tiene sus manos en posición aparente de tejer y la otra, como de unos dos metros; adornada con collares, pectorales y narigueras. Otra de las estatuas es un extraño personaje con cabeza de grano de maíz y dientes feroces. Las otras dos, son piedras con bocetos que no alcanzaron a esculpirse. 



En este mismo lugar se encuentra un pequeño Museo Etnográfico, en su interior se pueden encontrar objetos que se relacionan con el trabajo que se hacía en el campo antiguamente: trapiches, pilones, sierras de madera, herramientas para la elaboración de instrumentos musicales, etc. Así como algunas piezas de cerámica antigua. 

Finalizamos nuestro recorrido matinal cerca del mediodía y llegamos a almorzar en el Restaurante Italiano da Ugo, excelente comida que nos repuso las energías luego del largo recorrido a caballo. 



Alrededor de las dos de la tarde, tuvimos la suerte de encontrarnos con Miguel, uno de los mejores guías para visitar el Parque Arqueológico de San Agustín, su entusiasmo y sus conocimientos nos dejaron anonadados y sorprendidos. Lo primero que nos pidió para entrar al parque, fue que dejásemos por fuera, nuestros prejuicios occidentales y que intentáramos observarlo todo, con los ojos de nuestros antepasados. Así lo intentamos y nos dejamos llevar por su “carreta de palabras”.



San Agustín es un pueblo de seres de piedra. Así nos los presento Miguel y a partir de allí, comprendimos que para los locales, las estatuas no son solo piedra, sino, criaturas fosilizadas por el tiempo. 

Los creadores de estos monumentos le daban más importancia a las construcciones de los muertos que a la de los vivos. En ese nivel de importancia se encuentran algunas construcciones para honrar la fertilidad y a los niños. 



La mayoría de las construcciones son centros funerarios con tumbas pequeñas y otras son tan grandes que resultan sorprendentes; en el montículo oriental esta una de las figuras mejor preservadas  y que presenta un acabado particular, dotado de un realismo abrumador. 



En el montículo mayor se encuentra una figura importante que parece ser la de un dios, con el pene sujeto por un cinturón de cuerda y la cabeza adornada por una corona de plumas, lleva un cetro o mazo en la mano derecha y en la izquierda una trompeta de concha. Según la explicación de Miguel, nuestro guía; muchas de las esculturas se caracterizan por sus elaborados motivos geométricos y nos lo demostró “in situ”. Usando como ejemplo una de las estatuas, nos mostró el tipo de combinaciones realizadas con líneas rectas, cuadriláteros y curvas. 

Uno de los montículos que llamo más mi atención, fue el que está dedicado a la maternidad o a la fertilidad, con una figura femenina central que sostiene un niño, protegida por dos guardianes que parecen bajar de los cielos. 



Muy cerca se encuentran algunas tumbas en donde se encontraron restos humanos con sus atuendos originales, collares y otros objetos. Cabe destacar que nada de esto se encuentra allí ahora mismo, debido al saqueo que han sufrido a lo largo de los años muchos de los descubrimientos y que obligaron a trasladar los objetos encontrados a diversos museos en donde podían estar protegidos.  

Muy cerca de este montículo se encuentra tallada sobre una piedra, la figura de un águila, quien sorprendentemente no tiene patas normales, sino que más bien, parecen ser un par de manos humanas sosteniendo el cuerpo de una serpiente. 



En las palabras de Miguel, la serpiente representa la madre-tierra, nuestra cotidianidad y la fertilidad; en tanto que el águila representa el cielo, los poderes sobrenaturales y la intelectualidad. Ambas figuras enfrentados eternamente para demostrarnos la interminable lucha de los aspectos más importantes de la existencia.



Luego de admirar estos lugares nos dirigimos hacia “Lavapatas”, descendiendo por un camino en el cual se encuentra una curiosa y gigantesca rana de piedra con colmillos amenazadores, un ojo abierto y el otro cerrado.  


“El Lavapatas” es una fuente ceremonial escultórica, talada completamente en piedra y es un laberinto de canales y piletas, adornado de figuras de animales como tortugas, ranas, lagartos, serpientes, rostros y figuras humanas. Un lugar mágico y lleno de energía, cuyas piletas en diferentes niveles, nos permiten escuchar la armónica sonoridad de las caídas de sus aguas, en una sinfonía de vida y pureza. Nada en “Lavapatas” parecer haber sido hecho al azar y al igual que muchas estatuas de San Agustín, es un culto a la vida y a la muerte, se puede observar la cabeza de una calavera gigantesca escondida entre la construcción de laberintos y canales.

Por motivos de tiempo, no pudimos observar la zona del “Alto Lavapatas” lo que se convierte en una excusa para poder regresar en algún momento. 



Luego de visitar “Lavapatas” fuimos al Museo de San Agustín, un excelente museo con información detallada e importante, lo que nos permitió una visión más completa del lugar. En la misma zona se encuentra “El bosque de las estatuas” con esculturas de diversos orígenes, formas y tamaños, rodeada de una vegetación llena de aves y animales silvestres. 



Antes de despedirnos de San Agustin, fuimos a visitar “El alto de los ídolos”, caminando por un sendero empedrado llegamos al lugar, en donde se encuentran siete montículos de tumbas monumentales, allí pudimos observar sarcófagos inmensos con sus tapas talladas, así como otras esculturas antropomorfas y zoomorfas. Allí se encuentra una de las estatuas más monumentales y curiosas, pues es una sola pieza de 5 metros de altura y parece representar un parto, con la figura del sacerdote recibiendo a la criatura y la mujer de cabeza pariendo. 



Con esta imagen en la retina nos despedimos de estos lugares sagrados, con la promesa y las ganas de volver, para así poder visitar los otros lugares que nos quedaron faltando. 

Se hace necesario un mejor plan de protección y una mayor inversión en la investigación de estos sitios arqueológicos, pues estoy seguro, de que aún existen muchos otros objetos y figuras que permanecen enterradas, con el peligro de ser saqueadas o destruidas. Ojala y que las futuras generaciones de Colombia y el mundo, alcancen a poder visitarlas. 


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