Hay un cuadro que me ha
impresionado desde siempre, es una imagen con una Runa Mula volando sobre los
techos del centro de mi ciudad, en Iquitos. En un fondo de colores ocres que le
daban cierta calidez a la imagen con leves tonadas de verdes y rojos que lo
enmarcaban, tenía un otorongo oscuro al acecho, era una imagen llena de calor y la
mujer mula era hermosamente amazónica.
Durante muchos años esa imagen ha
permanecido en mi memoria y desde entonces he intentado seguirle la pista a
Gino Ceccarelli, el creador de aquel cuadro. En esta última visita a Lima he
podido disfrutar –aunque brevemente- de su última exposición en una galería de
Barranco, también tuve la oportunidad de conocerlo y tener una charla rápida con él.
Tiene ojos vivaces Ceccarelli, traviesos y profundos, su arte esta imbuido de imágenes
poéticas, seductoras, misteriosas e inquietantes. Como ya dije, he visto algunos de sus trabajos anteriores y
me parece que ha mantenido desde siempre un estilo que ha ido explorando cada
vez más, con una forma muy particular de observar el universo mítico amazónico,
dotándolo de su propio misticismo pictórico y de una sensualidad sutil a la vez
que enigmática muy distante de otras propuestas abrumadoramente más populares.
En Ceccarelli encuentro un compromiso particular con su
forma de ver la cosmovisión amazónica, sin perder de vista ese universo
minimalista y lleno de sabiduría, con sus personajes mágicos y sus hechizos, en
un contexto intrincado y bellamente salvaje como es la jungla amazónica.
No pretendo aquí hacer crítica de su arte, no soy para nada
un especialista, pero, si puedo opinar sobre lo que me gusta con los criterios
y parámetros que conozco. En ese sentido puedo afirmar que me gusta la pintura
de Ceccarelli, me genera un cierto grado de emoción su universo onírico lleno
de yacurunas, sirenas, chullachaquis y Runa mulas, sus lunas poseen un pálido y
enigmático brillo siempre, sus personajes parecen detenidos en el tiempo, sus
chullachaquis traviesos e indolentes parecen intentar atraparnos desde sus
cuadros, casi sin querer; a propósito, el cuadro “El gran varón de las aguas”
es un cuadro bellamente perturbador y de múltiples lecturas, se me ocurre
incluso la historia que se podría contar sobre él. Otro de los cuadros que me ha
sorprendido gratamente por su calidad en el uso de la tinta y su buen dibujo es:
“La huida de Belén”, los semblantes de sus protagonistas parecieran ir rumbo a
un éxodo interminable.
En resumen, me encanto visitar la muestra con las obras de
Gino Ceccarelli, su trabajo como artista plástico definitivamente esta fuera de
cualquier cuestionamiento, poco conozco de él como persona, pero se me hace que
es un tipo amistoso y pícaro como buen “charapa”. Felicitaciones sinceras por
su buena obra.
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