lunes, 17 de mayo de 2010

Las historias del hombre

¿Cuando fue contado el primer cuento? Una pregunta difícil de responder, pero, que sin embargo, nos lleva a pensar en el momento justo en que alguien elaboro en su mente una historia. De lo que no tenemos duda es que fue hace mucho pero muchísimo tiempo, en algún lugar del que no estamos seguro si muy lejano o muy cercano de donde se encuentra cada uno de los que leen este post. Los cuentos están por todos lados por lo que es difícil ubicar su origen.

Pero ¿Para que se crearon? ¿Cual fue su finalidad primigenia?

Pienso que los cuentos se fueron creando por diversas razones. Probablemente en los inicios de los tiempos se crearon para buscar una explicación a las diversas interrogantes de los seres humanos, así es como se fueron construyendo mitologías diversas sobre la aparición de los hombres y del mundo en general. Muchos de esos mitos pronto se convirtieron en escrituras sagradas y se cimentaron religiones y credos alrededor de los mismos. En mi opinión, todas las religiones se basan en mitos, algunas consiguieron fortalecerse, crecer y trascender hasta nuestros tiempos.

Allí esta la fortaleza de los cuentos, de los mitos y de las leyendas. Su principal objetivo desde siempre ha sido transmitir ideas y conocimientos. Una excelsa forma de comunicación, evidentemente rentable y subliminalmente aceptada.
El uso de estos mitos, leyendas y cuentos, se fue extendiendo por los confines de nuestro planeta gracias a los espontáneos narradores orales que viajaban por el mundo en busca de nuevas tierras y de conquistas. Todos los grandes imperios viajaban no solo con sus armas sino también con sus mitos, leyendas y cuentos. Ya sea para ejercer dominio para infundir miedo o bien para transmitir sus ideas y conocimientos.

Los cuentos son historias del hombre en si mismo. Son cantos inspirados en el valor, en la derrota de los miedos y de los fantasmas, en el sentimiento de aventura, en el desafió constante, en la argucia de sus protagonistas para vencer los obstáculos para enfrentar lo sobrenatural y lo natural también. Son los cuentos, los que vigorizan y alimentan nuestros sueños. Los cuentos y los protagonistas de los cuentos están hechos de sueños y esperanzas, de deseos inequívocos de sentirnos reflejados en alguien con capacidad vencedora.

Fernando Savater describía al protagonista de los cuentos de un modo particular en un articulo publicado hace muchos años; el decía: “el alma del hombre, para alcanzar la estatura que merece, debe afrontar al menos una vez al pánico de lo remoto. El hogar no basta: si el joven aventurero no lo abandona, nunca sabrá lo que es el miedo, conocimiento indispensable para su maduración, ni siquiera conocerá la nostalgia, algo quCursivae le hace aun más falta si cabe. Sin noticia del miedo ni de la nostalgia, nada podrá saber tampoco de la forma humana de habitar un hogar, que supone, ante todo, haber vuelto…”

“La lección de los cuentos es que no basta sencillamente con ser heredero. Todo legado ha de reconquistarse, ha de ser perdido para que pueda ganárselo triunfalmente de nuevo. Solo quien rompe con lo cotidiano merecerá tener una casa, solo el rebelde que ante nada se doblega podrá ser buen yerno para el rey…”

La fortaleza de los cuentos sin embargo no seria nada sin el poder histriónico y convincente del narrador oral.

La palabra tiene mucho poder: puede hacer daño y también puede sanar. El hecho de que la principal herramienta de un narrador oral sea la palabra, le otorga una gran responsabilidad. Porque las palabras son el medio de manifestación de nuestro espíritu.
Todo lo que decimos cuando contamos un cuento, transmite la fuerza de nuestro espíritu a través de la palabra. Por ello es importante que “el narrador oral recuerde siempre que tiene que contar para iniciar al oyente asesino en el amor y la ternura…”

La actitud del narrador debería ser entonces, la de un mensajero fiel que respeta la antigüedad del cuento y sus misterios. El narrador debe aceptar que el cuento es mas inteligente que él y que difícilmente podrá saber todos los poderes que oculta su historia.

Cuando contamos una historia, es preciso asumir los potenciales significativos de la personalidad del cuento y llevarlo a nuestro terreno personal para que la historia tenga una vida propia, definida en combinación con nuestra propia personalidad. Una historia en la boca de un narrador que no este en comunión con el cuento, nunca será convincente y será fácil reconocerlo, el cuento mismo lo denunciara.
¿Porque? Porque los cuentos nos liberan de nuestras actitudes dogmáticas, nos hace libres.

El poder del narrador reside entonces en transmitir con transparencia los cuentos, hacer que lleguen a los demás con una vida propia y que se conecte con la mente de sus oyentes, pues de ese modo, el cerebro se sentirá estimulado y pondrá a funcionar la maquina incombustible de la imaginación. Conseguir esta estimulación, es la tarea mas importante del narrador, pues mediante ese acto el espíritu vivo de su historia entrara en contacto con el “ser” y “estar” de su publico.

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