viernes, 19 de julio de 2013

LA FINA LINEA ENTRE EL HUMOR Y EL CUENTO.

En muchos lugares del mundo como en Latinoamérica,  “contar cuentos” o ser “cuentero” tiene el mismo significado que contar un chiste, decir una mentira o realizar una broma a alguien.
“no me cuentes cuentos”, “me estas metiendo cuentos”, “pucha que ese político es bien cuenta cuentos”. Podríamos combinar más frases, pero, lo que a mí me interesa ahora es intentar descifrar la línea que separa el acto de contar chistes con el acto de contar una historia.

En el diccionario de la Real Academia; un chiste es una ocurrencia graciosa. Puede tratarse de una expresión espontánea o de un dicho o historieta breve que contiene algo que mueve a risa. La intención del chiste es hacer reír al oyente o receptor. Su principal objetivo, por lo tanto, es la comicidad, aunque hay chistes con connotaciones políticas y sociales que enmascaran una crítica.

Un cuento, es una narración breve que es creación o ficción de uno o varios autores, basada en hechos reales o ficticios, inspirada o no en anteriores escritos o leyendas, cuya trama es protagonizada por un grupo reducido de personajes, y que tiene un argumento relativamente sencillo y por tanto fácil de entender.
Durante mi experiencia narrando cuentos en diversos lugares del mundo, he podido observar rutinas de presentación –incluyendo las mías- en la que las historias ceden su punto de importancia al humor, al gag o a la comedia. Recursos totalmente válidos y que funcionan casi siempre. Pero, he aquí los dilemas en forma de interrogantes:

Necesito realmente hacer reír al público para sentir que estoy contando una buena historia?

Soy capaz de lograr otras emociones en mi público que no tengan que ver directamente con la risa?

El público reaccionara bien a mi propuesta dramática o terrorífica, sin sentirme culpable después?

Cuál es la línea que separa mi acto de contar una historia con el stand up y la improvisación escénica?

 Quiero ser narrador de historias o humorista?


Pienso que la pregunta final es la clave para todas las otras interrogantes. Creo que si alguien construye un imaginario con historias jocosas e improvisando sobre la marcha con la intención única de hacer reír, debería convertirse en un humorista y buscar su espacio. 

Un narrador de cuentos, en mi opinión personal, aun cuando en algunas de sus historias no esté ausente el humor, el narrador de historias debe centrarse en el acto de “contar la historia” como único objetivo, así como también, soy consciente de la importancia de explorar todos los formatos narrativos existentes, intentando ser siempre original al momento de la performance de “contar” y sabiéndose capaz de poder ofrecer a su público, placeres y emociones diversas por el pago de una sola entrada. 

LA VIRGEN DEL SAMIRIA. Roger Rumrrill

Yo soy un amante de los héroes de comics, pero, al mismo tiempo soy un gran amante de los héroes de carne hueso que me han fascinado desde siempre, esos héroes reales son muchos y variados, la mayoría imagino que será difícil conocerlos porque ya han pasado a una mejor vida o simplemente porque nuestros mundos difícilmente se podrán encontrar, pero vamos que he tenido suerte de conocer a unos pocos y uno de los que siempre ha encabezado mi lista particular de preferencias ha sido y continua siendo el gran y shamanico maestro, Roger Rumrrill.



Roger Rummrill,  es una joya preciosa del mundo intelectual Amazónico Peruano y siempre se ha mantenido en pie de guerra frente a cualquier amenaza sobre nuestro territorio, como un fiel y protector Chullachaqui o Shapshico castigador. Frente a cada abuso de poder, sean por parte del estado, empresariales o institucionales, él siempre se ha atrevido a hablar fuerte y claro.  Sus cuentos están llenos de ese mundo verde y mágico que él protege en la vida real como Roger  Rumrrill y en la ficción, con su querido y entrañable personaje “Oroma”.  Tuve la suerte de verlo un día antes de partir y tuvimos una agradable conversa, acompañados con una mazamorra de shibe con leche de soya, que su esposa había preparado previendo mi apetito voraz, aquella mazamorra me supo a elixir de Dioses que me lleno no solo el estómago sino también el alma, necesitaba de algo así y de una buena y agradable conversa con mi respetable anfitrión. 

No perdí el tiempo y le caí con una retahíla de preguntas sobre su última novela, el respondió a mis curiosidades siempre con una paternal condescendencia. Roger es un cuenta cuentos espectacular y es capaz de llevar el hilo de una historia sobreponiendo otras en el camino, al estilo en que lo hacían nuestros antepasados amazónicos. Me agrado descubrir algunos secretos de su novela, incluso antes de leerlo, porque no fue sino hasta despedirnos que hicimos el ritual de intercambiarnos un ejemplar de su última novela “La virgen del Samiria”, con mi libro de cuentos africanos. El balance de ese intercambio me es favorable pues admiro mucho la literatura de Roger y he empezado a leer la novela con mucho esmero y calma, hasta ahora me estoy divirtiendo en su lectura y descubriendo muchas cosas acontecidas en la época del caucho y más tarde con el petróleo, todas esas cosas sucediendo mientras nos hace viajar por quebradas, ríos y pueblos que son ráfagas de nostalgia en mi memoria.