viernes, 16 de enero de 2009

LA SABIDURIA DE VIVIR


Alexandro Jodorowsky, es un reconocido artista polifacético chileno. Entre sus múltiples actividades están la de escritor, filosofo, dramaturgo, actor, poeta, guionista de comic, director de cine, instructor de tarot, psicomago, etc, etc.
El recuerdo mas claro que tengo de mi encuentro con su obra, tiene que ver con una película que filmo en los años 70 y que se llamaba “El Topo”. Una bizarra historia harto violenta, en donde transcurren escenas extrañas con personajes mutilados, entremezclados con símbolos cristianos y algo de filosofía del oriente. Una película que dirigió y protagonizo, y que hoy en día, es una película de culto. Sin duda un personaje enigmático y con una riqueza creativa desbordante.
 Mira una escena de “El topo” 
 Alejandro Jodorowsky, es pues, uno de esos pocos sabios locos. Quien en ocasiones puede parecer un místico, capaz de inspirar y fascinar, así como de horrorizar y hacerse odiar. Su poesía esta llena de inquietudes, su teatro es una filosofía ritual, sus películas están llenas de cuestionamientos y su don shamanico o de psico mago, esta plagado de buenas intenciones. El afirma, que tuvo la suerte de vivir poéticamente, en una época en que Chile podía vanagloriarse de tener vivos a otros grandes creadores de la poesía, como Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Nicanor Parra y Pablo de Rokha. (Este ultimo, tuvo la mala suerte de vivir a la sombra de Pablo Neruda, pero en mi opinión personal, es un poeta, sin nada que envidiar al notable Pablo)
 Para Jodorowsky ser poeta no es suficiente, sino, que hay que vivir como poeta, atreverse como poeta, tener una vida con cierta desmesura. El dice: El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir… Para Jodorowsky entonces “La poesía es un acto” .
En el ámbito teatral Jodorowsky fue aun mas audaz. Concebía al actor como un títere (muy discutible por cierto) la razón que daba, era que trabajando con títeres, se había dado cuenta que en realidad, eran ellos, los muñecos, los que dirigían las manos del titiritero y que para comprobarlo, se convirtió en actor. Poco después, comenzó a descubrir que detestaba el teatro realista y sucumbió a la idea de que el mundo no es homogéneo, sino una amalgama de fuerzas misteriosas. Alejandro Jodorowsky empezó a llevar su teatro a la calle, e incluso, desarrollo una de sus obras dentro de un bus. Con diversas experiencias termino sustituyendo la “representación clásica”  por lo que llamo, “lo efímero pánico”. Una propuesta donde el actor en sus propias palabras “En vez de ser un exhibicionista mentiroso, es un poeta en trance”.
Una reveladora entrevista de Jodorowsky en la TV chilena.
La sabiduria de los cuentos
El lenguaje es ante todo una actividad del cuerpo, nos dice Jodorowsky. Se corresponde con la naturaleza del sistema nervioso. Debemos ser capaces de producir un lenguaje bello y poético, las enfermedades mentales, como las enfermedades corporales, se reflejan en la manera de hablar. La enfermedad y el lenguaje insano se retroalimentan y resultan destructivos. el único lenguaje que nos sube de nivel de conciencia, es el lenguaje sublime: El Arte y la Poesía.
Para Alejandro Jodorowsky, los cuentos ayudan a aliviar el hambre y la sed espiritual, así como a encontrar la otra mitad de tu esencia humana.
Alejandro Jodorowsky, vivio durante dos décadas en México y desde inicios de los años ‘80 reside en Francia. En Vincennes, cerca de París, da clases de tarot y conferencias sobre sus teorías (la psicomagia y la psicogenealogía) en el Café Le Téméraire de la avenida Daumesnil, cerca del Gare de Lyon.
Aquí les comparto dos historias que el artista recopilo en su libro “La sagesse des contes” o “La sabiduría de los cuentos”.
El elefante.
Un grupo de derviches caminaban desde hacia varios días sin haber encontrado de que alimentarse. El vientre les gruñía, los religiosos soñaban mas con alimentos terrestres que con la elevación espiritual. Pronto, cerca de allí, un joven elefante se cruzo por sus camino. Algunos pasos mas adelante, un sabio que estaba en trance de meditar, les dijo.
 -       Se los advierto, no se coman a este joven elefante, pues corren el riesgo de arrepentirse.
 Los derviches, enojados, le respondieron, que tal idea no se les había cruzado por la mente. Pero una vez que estuvieron  fuera de la vista del sabio. Ellos mataron al elefante, lo cocinaron y se lo comieron. Solo uno de ellos se negó a participar de la matanza del animal para alimentarse. Cuando terminaron, los derviches que habían comido, se acostaron y se durmieron. Aquel que no había comido nada, cansado y hambriento, estaba a punto de quedarse dormido, cuando en eso, vio acercarse, una gran sombra silenciosamente. Era la madre del joven elefante, quien paseo su trompa por debajo de el, aspiro su aliento y se alejo. Luego, se dirigió enseguida donde estaban los otros derviches y aspiro el aliento de cada uno. Habiendo reconocido en el aliento de estos hombres, el olor de su pequeño, la madre elefante mato a todos y solo dejo vivo a aquel que se había abstenido.
Alejandro Jodorowsky comenta la historia y dice:

La primera interpretación de esta historia seria: Cuando te ensucias interiormente, esta se transparenta al exterior de ti y te destruye. ¿ Qué esperas cuando ensucias tu boca, tu cerebro, tu sexo y tu corazón? Esperas a ser destruido por tu inconciente. Yo comparo a la madre elefante al inconciente. Un día, terminara por destruirte porque te manchaste sin reaccionar.
En la segunda interpretación, Alejandro nos dice, que aquel derviche que no comió el elefante, era como un abstinente que se rehúsa a entrar en la vida (el elefante era el alimento divino)  por el contrario los religiosos se unieron con la comida divina. Cuando la divinidad (elefante adulto) llega, ella olfatea a los que se comieron su pequeño y los aplasta en el mismo lugar donde había muerto su cría. El acto de muerte se vuelve así, un acto de transformación.

La joya del rey
Un día, un sultán convoco a sus ministros, uno después del otro. Les mostró a cada uno, una maravillosa joya, finamente trabajada. Entonces le pregunto al primero.
-       Cuanto piensas que vale esta joya?
-       Majestad, respondió el ministro, vale al menos la cantidad de oro que pueden portar seis mulas.
-       Tu evaluación es correcta, dijo el sultán.
 Luego, le entrego al ministro un martillo y  poniendo la joya delante de este, le ordeno.
-       Rompela!
 El ministro retrocedió, asustado, y acabo por balbucear.
 - Majestad, es imposible! Es una joya inestimable. Yo no puedo hacer eso.
El sultán lo colmo de regalos y lo hizo sentar a su lado. Luego viene el segundo ministro que se rehúsa como el primero. El tercero, cuarto y todos los demás, también lo hicieron.
Todos cubiertos de regalos, se sentaron alrededor del sultán, quien había convocado a su esclavo preferido, le mostró la joya y le pregunto que precio pensaba que tenia esa joya.
 - Yo no se decirlo con seguridad, respondió el esclavo, su valor es demasiado grande para que yo siquiera pueda imaginarlo.
- Entonces rómpelo…! Le ordeno el sultán, entregándole el martillo.
Sin vacilar, el esclavo tomo el martillo y rompió la joya de un primer golpe. Los ministros se escandalizaron. El sultán, lloro de emoción.
- Yo no estoy aquí para negarme a romper una joya y recibir regalos, se justifico el esclavo. Obedecer la orden de mi maestro cuenta mas que yo y que este objeto precioso.
Jodorowski opina sobre este cuento y dice. En un momento dado, si queremos avanzar y que nuestra voz interior, nuestro maestro interior, nos lo ordene, debemos aceptar sacrificar  ciertas cosas, que son también preciosas. Obedecer al llamado, puede costar muy caro.